
Desde tiempos antiguos, filósofos y místicos han hablado de la importancia de mirar hacia adentro para encontrar respuestas profundas sobre la vida.
El mundo interior es allí donde resuena lo que recibimos del mundo exterior, es donde pensamos, donde reflexionamos, donde procesamos los impactos que recibimos a lo largo del día, donde sentimos de vez en cuando la indisponibilidad radical de nosotros mismos.
Es un lugar para el silencio, dondeuno se pone ante sí mismo sin defensas, con tanta transparencia como escapaz de tener, donde uno elabora loque a través del pensamiento y de los sentidos nos llega.
Caminos para descubrir
la interioridad y hacerla crecer
Cuidar el mundo interior quiere decir crear condiciones para que éste crezca, para que el corazón se ensanche, para que los ojos se abran, para que vivamos desde más adentro, para ir más a fondo, para gustar y saborear más la vida, para ser más persona.
Podemos crecer en el mundo interior enseñando a gustar el silencio; haciendo buenas preguntas y yendo a fondo en el pensamiento; educando la forma en que miramos a los demás, a las cosas de cada día, al arte; educando la sensibilidad;
prendiendo a rumiar la vida o lo que leemos o escribimos, en el diálogo y la escucha o en la delicadeza de los pequeños detalles.
Un camino privilegiado para ayudar a crecer la interioridad es propiciar el hecho de detenerse a contemplar los gestos de grandeza humana (de amor/generosidad, de libertad, de nobleza, de “decir verdad”, de perdón, de belleza…), o ante los dramas de dolor, de muerte y de injusticia o ante nuestra pobreza extrema que a veces la vida nos pone delante. De esta interioridad podrá nacer el gozo, la paz, la bondad, la compasión, el agradecimiento, la indignación y el compromiso.
¿Qué nos aporta cuidar de
la interioridad?
Cuidando nuestra interioridad estamos poniendo condiciones para la libertad, para convertirnos en personas. La interioridad es condición para ser persona, para avanzar en nuestra propia humanización, hacia una vida plena. Una persona con poco cultivo de su interioridad desarrolla poco su personalización. Trabajar la interioridad es habitar el propio espacio interior, habitar en uno mismo, o sea, lo contrario a estar fuera de
no mismo. Hemos intuido que tener cuidado explícito de la interioridad tiene que
ver con el desarrollo sano de las personas, con ser nosotros mismos y con la
“felicidad”.